En los momentos de incertidumbre que estamos viviendo actualmente es útil aprender a sellar las “fugas” de energía para no agotarse. La resiliencia -esa capacidad de preparase, recuperarse y adaptarse ante una situación de estrés- es como la cantidad de energía que tenemos almacenada en nuestra batería interna y disponible para usar física, mental y emocionalmente. Cuando su nivel es alto, hay capacidad para estar calmado y controlar las emociones para no reaccionar exageradamente y fluir con los retos en vez de estresarnos. Los cuatro dominios de la resiliencia son el físico, mental, emocional y creativo.
Un área que descuidamos y en la que se gasta mucha energía extra es la emocional (frustración, enfado, resentimiento, miedo, ansiedad). También se gasta más energía por acumulación de sentimientos más sutiles como la impaciencia, tristeza o preocupación, que al final del día representan grandes desgastes.
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