La ansiedad y la incertidumbre vividas durante el confinamiento por la amenaza del Covid-19 han llevado a descuidar la alimentación en un momento en el que lo que más necesita el cuerpo era reforzar los hábitos saludables. El llamativo aumento del consumo de ultraprocesados, ricos en azúcares y grasas saturadas, delata esa forma de enfrentarse a la situación de estrés y que conocemos como «hambre emocional». Sin embargo en los últimos días parece haber aumentado el interés por cuidarse de nuevo, tanto a través de la alimentación como del ejercicio, coincidiendo con ese ligero desahogo que supone la entrada en fases de confinamiento más permisivas.
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