Es un dolor terrible en el abdomen, insoportable, que puede prolongarse hasta ocho horas y del que solo las personas con cálculos biliares pueden dar verdadera fe de su sufrimiento. Los pacientes con piedras en la vesícula sufren náuseas y en no pocos casos ictericia: su piel y el blanco de sus ojos se amarillea. Y aún es peor cuando los pequeños fragmentos solidificados de la bilis quedan atrapados en el conducto que une la vesícula biliar con el resto del intestino, el conducto biliar. Los enfermos incluso pueden sufrir pancreatitis, que en el 15 % de los casos puede llegar a ser mortal.