Las chuches no están hechas de petróleo… ¿o si?

El titular de un blog de una persona de esas que ahora se llaman influencer, publicado en un diario de gran tirada nacional, me llamó la atención: La gran mentira de las chuches sanas: todas son malas para la salud.
Me llamó la atención especialmente este párrafo: “A pesar de los numerosos mitos sobre ellas, las gominolas no están hechas de plástico, ni de petróleo ni de ningún material tóxico”.
Algo había leído al respecto y una rápida búsqueda por la red dio paso a una larga lista de expertos alertando del bulo que supone afirmar que las golosinas están hechas de petróleo.
A todos ellos no les falta razón, al margen de ser bombas calóricas, azucares y grasas insanas, la textura no guarda relación con el petróleo sino que el ingrediente principal es la gelatina alimentaria.
¿Gelatina alimentaria?
Sí, gelatina… de origen animal. Una materia prima no apta para aprensivos, vegetarianos, veganos y defensores de los animales que resulta de esterilizar, hervir, triturar y desecar piel, cartílagos y articulaciones porcinas y bovinas.
Entonces, ¿de dónde sale el “bulo” del petróleo?
Mi intuición y una breve indagación me dieron la pista definitiva. Más allá del elevado contenido en azúcar, los ladrillos, nubes, fresas,…, están compuestas de agua y aditivos como gelificantes, espesantes y colorantes,
¿Aditivos como gelificantes, espesantes y colorantes…? Ahí radica el quid de la cuestión. Algunos de los colorantes que hacen posible esos colores tan atractivos y característicos, como el E-110, SE FABRICA a partir de hidrocarburos aromáticos de PETRÓLEO.
Y entonces, no es raro encontrar alegaciones de muchos profesionales que afirman que estos aditivos están permitidos, que son seguros a dosis habituales,… ¡Pues que se lo digan a los noruegos y finlandeses que los prohibieron!
¿Por qué será…?

Juan Serrano Gandia