El té negro y el té verde provienen del mismo árbol, pero se diferencian en que el té negro posee un aspecto y un sabor distinto, debido a que ha sido fermentado.
Este té pasa por un proceso de elaboración que consta de un total de cuatro etapas: marchitamiento, enrollado, fermentación y finalmente secado.
Su característica nutricional más destacada es que cuenta con un índice de teína algo más elevado que el resto de los tés, aunque es muy rico en minerales, tales como el cinc, calcio, cromo, magnesio, manganeso, hierro, potasio, fósforo, flúor y aluminio.
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