La fundadora de Küme Lawentun llevaba un tiempo ayudando a las personas mediante una serie de terapias complementarias, pero cuando se encontró con la apiterapia, decidió renunciar para dedicarse 100% al bienestar de otros.
Estaba cómoda trabajando en el área de recursos humanos de una empresa. Pero, precisamente, su habilidad para relacionarse con otros hizo que Verónica Bravo ocupara gran parte de su tiempo libre en ayudar a las personas a recuperar su salud y sentirse mejor mediante los años de estudio en terapias complementarias y naturales que la emprendedora fue acumulando. En ese camino, llegó a la apiterapia y la apicultura. «Me enamoré de las abejas y me maravillo cada día con el poder sanador de sus productos», recuerda.