Los antiguos filósofos lo averiguaron pronto: tener muchas cosas es un lío y hace que la vida sea más complicada. «La felicidad no está en las pertenencias, está en las experiencias» es el eslogan que ahora utilizan las marcas para hacernos creer que sus productos no son cosas sino formas de vivir, y en esto la publicidad se convierte en una forma de magia. De hecho, la felicidad no está realmente en las experiencias sino en el significado que les damos, es decir, proviene de nosotros y se refleja en el mundo, es una interdependencia entre nuestra mente y nuestro entorno.
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