Las británicas ríen mejor: las mejores novelas cómicas tienen nombre de mujer

Muriel Spark fue secretaria, espía antinazi y algo parecido a madre a la fuga antes de que sus novelas cautivasen primero a Graham Greene —con quien mantuvo una ligeramente picante correspondencia durante parte de su vida— y luego al mundo entero. Muriel había nacido en Edimburgo el año en el que terminó la I Guerra Mundial (1918) y se había casado demasiado pronto —a los 19—, convencida de que el tipo era: a) Buen partido porque solo pretendía viajar y dejarla escribir y b) La mejor manera de huir de casa de sus padres. La cosa no fue así. Al poco se separaron y ella quiso regresar a Londres con Robin, su hijo, pero aún pasó dos años atrapada en África —se habían instalado en Zimbabue por el trabajo de su marido— porque había estallado la II Guerra Mundial.

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