El sonido de la lluvia tiene un tintineo inconfundible, rítmico y sosegado que resuena en los cristales de nuestras ventanas y en los pavimentos de las calles. Es la melodía del cielo cuando se enfada, de la naturaleza cuando se renueva y es ante todo, esa frecuencia evocadora que calma nuestro cerebro con su efecto indescriptible, el mismo que facilita nuestro descanso o despierta nuestra imaginación…
Decía Henry Beston, un conocido naturalista y escritor, que pocos sonidos son tan elementales en nuestro planeta como el rugir de las olas arrastrándose sobre la superficie de los océanos y la lluvia descendiendo sobre nuestras ciudades. De algún modo, todo lo acuático, todo aquello que tenga que ver con el agua despierta nuestros sentidos y fascinación.