
Todos sabemos que algunos alimentos necesitan frío para conservarse en perfectas condiciones, pero el tiempo que aguantan sin ponerse malos en la nevera es un terreno abonado a las dudas.
En la mayoría de casas, la seguridad alimentaria respecto a los táperes de la nevera se limita a comer lo que haya si parece que está bueno –y, creemos, no lo metimos hace mucho tiempo– y tirar lo que parezca que tiene moho o malos olores. Pero esto no es suficiente.