El entorno natural de Castilla-La Mancha es tan rico como diverso. Desde esas infinitas llanuras hasta las montañas más recónditas pasando por lagunas, cuevas y riachuelos. En plena Serranía Baja de Cuenca y en la rivera del río Cabrile se encuentra el auténtico paraíso de la región para los amantes del níscalo y el boletus.
Se trata de Cardenete, un pequeño pueblo de apenas 500 habitantes rodeado de bosques de pinos y robles que ofrece la mayor diversidad y abundancia de setas.
