La humillación, el ninguneo, la agresión, la dominación… Las heridas del autoritarismo curan muy lento, dejan cicatriz y hasta nos condicionan en algunos aspectos. Así, aquella sombra de un padre o una madre autoritaria, de una pareja dominante o un jefe narcisista e igualmente autoritario puede acompañarnos durante años en forma de nudo que no sabemos deshacer.
Siempre es importante volver a este tema, el del autoritarismo. Ya sea desde un punto de vista social o psicológico, nunca está de más incidir sobre esta dimensión que tantos estragos ha causado a nuestra historia.