Año tras año, brindar con cava catalán para celebrar las fiestas navideñas había sido una tradición en la familia aragonesa Gran. No era un caso aislado, pues la mayoría de los españoles acostumbraban a ello en sus cenas para esas fechas. En 2004, sin embargo, todo cambió. Fue cuando Carolina, la más anciana de la familia, dijo que en esa Nochebuena se disfrutaría de un cava aragonés procedente de su mismo pueblo natal, Calatayud (Zaragoza). Tan acostumbrados al hábito catalán, los Gran ni siquiera sabían que en su localidad, desde hacía más de 40 años, la familia Langa hacía uno de los mejores espumosos: el cava Reyes de Aragón Gran Reserva.