De acuerdo con los psicólogos Robert Emmons de la Universidad de California y Michael McCullough de la Universidad de Miami, ambas en Estados Unidos, la práctica de la gratitud tiene efectos no sólo emocionales sino también fisiológicos, particularmente en el funcionamiento del cerebro.
En un estudio recientemente realizado, los investigadores le pidieron a una tercera parte de un grupo de voluntarios llevar un registro de las cosas que les sucedían durante 1 semana y de las cuales estaban agradecidos; a otro tercio, escribir todos aquellos eventos que les molestaban; al tercio restante les pidieron que relataran situaciones diarias o eventos que no les provocaban ningún efecto emocional, ni positivo ni negativo. Finalmente, a la décima semana, a todos los grupos se les pidió darle seguimiento a cómo se sentían física y generalmente sobre su vida.