Como soy un poco pesada por lo mucho que me gusta el yoga –y porque mis amigos saben que otra cosa que también me gusta es una copa de buen vino–, recibí por Whatsapp un vídeo que me dejó fascinada: una nueva forma de entender el yoga, Drunk Yoga®. Un estudio de Nueva York ofrece sesiones de unos 90 minutos muy distintas a cualquier otra clase de yoga que yo haya probado: para romper el hielo, se empieza con una copa de vino en la mano, 20 minutitos de charla para conocer a los compañeros, antes de empezar la práctica en sí, 45 minutos de Vinyassa yoga, con tu copa en mano, manteniendo el equilibrio. La clase acaba con media hora en la que apurar las copas y comentar la experiencia.
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