¿Quién no se ha propuesto alguna vez modificar un mal hábito, o conseguir alguno beneficioso como hacer deporte? al empezar el año o tras las vacaciones es habitual escuchar a mucha gente planteándose este tipo de retos.
Dejar de fumar, hacer más ejercicio o llevar una dieta más equilibrada son ejemplos clásicos de buenos propósitos que se suelen empezar con mucho empeño pero que, la mayoría de las veces, no llegan a consolidarse.
Los hábitos son pautas aprendidas por repetición, que automatizan la conducta y dejan huella en el cerebro. Son uno de los grandes recursos de nuestra inteligencia, ya que hacen al cerebro más eficiente.
La repetición de ciertas conductas favorece que el cerebro convierta estas acciones en rutinas, que se lleven a cabo con un bajo nivel de atención, y que de esta forma se puedan atender simultáneamente otras tareas más complejas o novedosas. Es así como se puede contestar una llamada de teléfono al mismo tiempo que uno se está vistiendo.