Los mensajes que nos damos a nosotros mismos todos los días tienen un enorme poder. Todo aquello que nos repetimos puede convertirse en “verdad”, incluso cuando no lo es. Cualquier entrenador podría decirte que la práctica no necesariamente hace la perfección, pero ciertamente la hace permanente.
Repetir mensajes negativos puede desgastar nuestro sentido del yo con tanta seguridad como un flujo constante de agua desgastará incluso la piedra más dura. Repetir mensajes positivos, por otro lado, es más como crear una perla en una ostra. Con cada mensaje positivo adicional, nuestra confianza y competencia crece.