Comprobado. Si discurres en paralelo al agua, el calor pesa menos. Efecto placebo. La humedad nos devuelve ese tono de fresquito que roba el esfuerzo mientras la brisa jalea pelo y ropa al viento. Una respira mejor si al andar le acompañan mar o ríos. El horizonte resulta más apetecible y cercano, la caminata fluye. Cielo y tierra se unen reflejados en el espejo acuático, formando un todo del que somos partícipes. Las vistas animan a seguir hacia delante, a mirar atrás pues convocan a la nostalgia.
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